En este curso, estudiaremos los particulares caminos que llevaron a Hilma Af Klint, Vasili Kandinski, Kazimir Malévich y Piet Mondrian hacia la exploración de la abstracción.
Comenzaremos nuestro recorrido sumergiéndonos en la visión única de Hilma Af Klint, una artista visionaria que exploró la intersección entre el arte y lo espiritual. Sus obras refieren a un universo de simbólico complejo donde las formas y colores abstractos son la vía de un lenguaje profundo y enigmático. La difusión internacional de sus pinturas abstractas de la primera década del siglo XX produjo una reescritura de la historia del arte tradicional para colocarla como iniciadora del movimiento.
Continuaremos explorando el impacto de Vasili Kandinski, quien creía que el arte tenía el poder de transmitir emociones puras a través de líneas y colores. Investigaremos cómo sus composiciones capturan la música y el movimiento desde sus años en Der Blaue Reiter, pasando por su regreso a Rusia durante la Primera Guerra Mundial, luego su producción durante su estadía en la Bauhaus y sus últimos años en París.
Luego, nos sumergiremos en el suprematismo de Kazimir Malévich, donde la forma y el color alcanzan una nueva dimensión de significado. Analizaremos cómo su búsqueda de lo esencial y la pureza se reflejan en sus composiciones geométricas y en la ruptura radical con la realidad tradicional.
Finalmente, exploraremos el neoplasticismo de Piet Mondrian y su relación con De Stijl y Theo van Doesburg. En Mondrian nos encontramos con un enfoque que busca la armonía a través de la simplicidad y la abstracción geométrica. Descubriremos cómo sus líneas rectas y bloques de colores primarios generan una sensación de equilibrio y orden. Estudiaremos su evolución desde sus años neerlandeses, su llegada a París y el impacto del jazz y finalmente su estancia en Nueva York.
El curso propone un análisis profundo de los núcleos teóricos, las redes y los contextos que rodearon a cada uno de estos artistas mientras desarrollaban estas propuestas estéticas que rompieron con la hegemonía de la figuración que durante decenas de siglos reinó en producción artística occidental.